jueves, 27 de octubre de 2011

Viejo como un tango


Hoy G. parece estar en otro planeta. Me recibe trabajando en sus cosas, me habla del sello que no le anda. Le pido disculpas por mi ausencia en la sesión anterior explicándole que la chica que me cubre para que yo pueda ir a terapia había faltado. Me dice que no hay problemas a la vez que me informa que, si falto más de un par de veces, se suspende el tratamiento. Sobre todo si se nota que la persona que va no está del todo interesada. A lo que le respondo que a veces pasa que uno piensa que va a charlar ahí, entonces pareciera que se pierde un poco el tiempo... esto lo digo pensando en la sesión anterior, en donde me decidí a sacarle charla y así pasamos los cuarenta y cinco minutos. Pero ella ve las cosas de otro modo, dice que es un movimiento real para salir de un lugar en donde no se quiere estar, aunque parezca que solo se está charlando.
Después hablamos de mi situación en el local, de que pareciera que no voy a poder irme de ahí nunca. Le cuento que el jefe con el que me llevaba un poco mejor no viene más y que con el que viene no tengo ningún trato. Y el local está cada vez más descuidado, estamos como abandonadas ahí y todo lo mejor es para el nuevo lugar. Y una vez más hablamos de que hay que buscar otro trabajo...
En un momento se me ocurre hablar del jefe con el que me llevaba mejor, Sergio. Le cuento que durante diez años sostuvimos una especie de juegos de seducción, donde él me decía que todo lo que hacía lo hacía muy bien, con lo que finalmente había llegado a ser como la supervisora del local. Ella me pregunta si me pagaban como si fuera una supervisora y yo le digo que no, que solo tengo esa responsabilidad, pero que sigo siendo una empleada más a la hora de cobrar, pero que durante tanto tiempo lo hice porque me gustaba que le gustara y que últimamente lo hacía por la promesa de que iba a estar en el nuevo local ocupando ese puesto...
En el medio de todo esto me dice entre risas: "Tenés un arte para disimular lo que sentís... impresionante". De a poco le cuento mi relación con Sergio, que no llegó a más que una noche juntos, no hace mucho, después de la que nunca más nos volvimos a ver porque ni siquiera pasa por el local. Después de todo lo que le cuento ella concluye con que mi historia es de tango...

Octava sesión: