jueves, 6 de octubre de 2011

Las cajitas


Llego a la sesión bastante contenta, con un humor despejado mientras respiro el aire húmedo y frío. Veo que G. deja un llavero enorme sobre el escritorio y hago un comentario cualquiera, como para decir algo. Después me pongo a hablar del tema de las cajitas. Porque las cajitas son un tema. En el trabajo vivo ordenando las cajitas como si fuera lo único a lo que debiera dedicarme las casi diez horas que estoy ahí. De las cajitas paso con un notable disgusto al desorden general del local y termino quejándome casi histérica de la suciedad que reina en el lugar, de que todo es un asco.
Así es como empezamos a hablar de las chicas del local, de cómo son, de dónde vienen... y se empieza a perfilar la idea de conseguir otro trabajo, lo que me parece imposible.
También hablamos de los jefes: insufribles. De que están abandonando el local y a nosotras adentro... entonces le cuento que las chicas roban y como no estoy de acuerdo me toman como a un policía. Y otra vez con lo del nuevo trabajo. Hasta me cuenta que trabajaba muchísimo en una oficina pública muchísimas horas y la pasaba bárbaro.
De ahí empezamos a discutir sobre si lo que hacen las chicas es una estrategia o no, de que no solo la gente inteligente puede idear una estrategia, de que yo debería idear una...
Le cuento que uno de los jefes me había dicho que iba a ir de supervisora al otro local, pero que ese jefe no viene más. Que están organizando todo sin ella. Y que el otro jefe, el que viene, el gordito, es un tarado. Que cuando le hablo hace como si no existiera, o que le contesta a otro en vez de a mí. Me pregunta si son chinos, coreanos... pero a mí me parece que son judíos. Ella medio que se indigna cuando le digo que no sé sus apellidos y para salvar la situación le digo que soy un poco "desinteresada" de ciertas cosas.

Sexta sesión: