jueves, 15 de septiembre de 2011

Poesía con torta de cumpleaños


Llegué de mal humor a la sesión y me encontré con su nuevo corte de pelo. Le queda lindo, se la ve contenta mientras me cuenta lo enferma que estuvo la semana anterior.
Al principio me cuesta hablar, nuestro humor es muy contrastante. Como no tengo idea de qué decir me pongo a mirar los cartelitos e imágenes que hay pegados en las paredes, pero es evidente que es un tema que no nos interesa. Igual pasamos un buen rato hablando de eso hasta que derivamos en la poesía, Pessoa, leer en portugués… Así que seguimos un rato hablando de los idiomas hasta que me aburro mucho y le cuento del libro “El escribiente”. Para que sepa cuál es le menciono la frase: “Preferiría no hacerlo”. Hablamos bastante de eso, pero no sabe si lo leyó o no. Entonces le cuento que me siento igual, que no tengo ganas de hacer nada, que me siento como si fuera un personaje sin alma, que tener algún interés por algo sería algo así como empezar a tener un alma y que el psicoanálisis podría ayudarme en eso. Pero no está de acuerdo, me dice que es muy “yanqui” y que estoy “retobada”. Y se me ocurre compararme con una torta de cumpleaños freezada hace veinte años, con lo que tenemos tema para rato.
Ella mantiene su actitud toda la sesión: divina, radiante. Yo me voy casi con el mismo humor con el que llegué.

Cuarta sesión: