viernes, 5 de agosto de 2011

La muerte del animalito


Hoy fue mi primera sesión. Para mi sorpresa todo comenzó con una extensa encuesta preliminar… al principio me asustó un poco, sobre todo cuando vi que comenzaba la sesión y ella, la psicóloga, seguía anotando todo lo que yo decía como si le estuviera dictando. Después por suerte se le acabó la hoja y dejó de anotar. Se cruzó de brazos, me miró y me sentí mejor.
Hablamos de que vivo sola hace mucho tiempo y de mi gato, que un día desapareció. Me contó que una paciente tenía un perrito o perrita al que le tiraron veneno y que por suerte no se murió, pero estaba claro que esa era una posibilidad de lo que le podría haber ocurrido a mi gatito, pero que también podía haber tenido un accidente y por eso no había vuelto. 
Después hablamos de mi trabajo. Le conté que estoy hace muchísimos años en un local en la calle Avellaneda como vendedora, pero que lo que yo quería hacer era tocar algún instrumento, cantar… Le dije que había intentado estudiar música varias veces cuando era chica, pero que no había llegado a nada importante… y no sé cómo terminamos hablando de mi familia, que vive en zona sur. No quería decirle donde, pero insistió tanto que tuve que decirle. Es como si los datos precisos la obsesionaran, no sé. Pero a mí no es eso lo que me interesa, me interesa cambiar mi vida, que es tan aburrida. No hago otra cosa que ir a trabajar y volver a mi casa. Todos los días lo mismo. Entonces me recomendó que vaya a un grupo vocacional que hay ahí, en el Ameghino. No solo para saber qué quiero hacer, sino para vincularme con gente que está en la misma situación que yo, y que no son solo adolescentes, como yo pensé que eran.
En un momento nos pusimos a hablar de la sopa. Porque la sopa es mi plato preferido. Me hace sentir bien, me parece una comida cariñosa. Pero enseguida volvimos a hablar de mi trabajo, de que son muchas horas y de que no son muy amables con migo. 
Hablamos también de mi hermana, que vive en Córdoba. De que es mayor que yo, es docente y tiene una familia. Y de que nos hechábamos la culpa de todo cuando éramos chicas. De ahí pasamos al colegio, y a una historia de un chico… era un chico que me gustaba mucho y que un día me crucé en un colectivo. Él miraba por la ventanilla como pensativo, y yo decidí que quería ser así también. Entonces, a partir de ahí, intenté tomar esa actitud todo el tiempo. Le dije que me parecía que era una pose, y que cuando lo veía a ese chico estaba segura de que estaba actuando para los que lo mirábamos. Y descubrí que lo que buscaba ahí, en las sesiones, era encontrar mi personalidad.
Después hablamos de mamá y papá. Le conté que papá se fue cuando éramos chicas y que no volvió a aparecer. Que nunca le interesamos y que un día lo localicé y desde entonces trato de acercarme pero que a él le da exactamente lo mismo. Me sentí triste. Pero esa tristeza la siento igual, aunque no esté en la sesión hablando del tema. También le conté de mamá, que es como una radio melodramática que no admite interlocutores, solo oyentes.

Primera sesión:
http://sesionesdeclarita.blogspot.com/2011/08/primera-sesion-la-muerte-del-animalito.html